WASHINGTON.- Agricultores, ganaderos y gerentes de hoteles y restaurantes respiraron aliviados la semana pasada cuando el presidente Donald Trump ordenó una pausa en las redadas migratorias que afectaban a esas industrias y ahuyentaban a los trabajadores nacidos en el extranjero.
Por fin hubo una sensación de calma”, dijo Rebecca Shi, directora general de la American Business Immigration Coalition (Coalición Estadounidense de Inmigración Empresarial).
Ese respiro no duró mucho.
El miércoles, Tricia McLaughlin, subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), declaró: “No habrá espacios seguros para las industrias que albergan a delincuentes violentos o intentan socavar deliberadamente las medidas (de control migratorio). El control en los lugares de trabajo sigue siendo una piedra angular de nuestros esfuerzos para salvaguardar la seguridad pública, la seguridad nacional y la estabilidad económica”.
Este cambio de postura desconcertó a las empresas, que intentaban comprender la verdadera política del gobierno, y Shi manifiesta que ahora “hay miedo y preocupación de nuevo”.
No puedes dirigir un negocio cuando los empleados se encuentran en este nivel de estrés y trauma”, agregó.
Trump hizo campaña con la promesa de deportar a millones de inmigrantes que trabajan sin permiso en Estados Unidos —un tema que ha enardecido a su base republicana desde hace tiempo. La represión se intensificó hace unas semanas cuando Stephen Miller, subjefe de despacho de la Casa Blanca, exigió al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) una cuota de 3.000 arrestos diarios, en comparación con los 650 al día de los primeros cinco meses del segundo mandato de Trump.
Súbitamente, parecía que el ICE estaba en todas partes. “Vimos agentes del ICE en granjas, apuntando con fusiles de asalto a las vacas y llevándose a la mitad de la fuerza laboral”, reportó Shi, cuya coalición representa a 1.700 empleadores y apoya el aumento de la inmigración legal.
Una redada del ICE dejó a una lechería de Nuevo México con tan solo 20 trabajadores, en comparación con los 55 que tenía.
No puedes apagar a las vacas”, dijo Beverly Idsinga, directora ejecutiva de la Dairy Producers of New Mexico (Asociación de Productores de Lácteos de Nuevo México). “Necesitan que las ordeñen dos veces al día y que las alimenten dos veces al día”.
Claudio Gonzalez, chef de Izakaya Gazen en el distrito Little Tokyo de Los Ángeles, comentó que muchos de sus trabajadores hispanos —ya sea que estén legalmente en el país o no— han llamado para faltar al trabajo recientemente por temor a convertirse en objetivos del ICE. Su restaurante está a pocas cuadras de varios edificios federales, incluido un centro de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos.
A veces tienen mucho miedo de trabajar su turno”, dijo Gonzalez. “Como que sienten que se basan en el color de la piel”.
En algunos lugares, el problema no es el ICE, sino los rumores sobre el ICE. Durante la época de cosecha de cerezas en el estado de Washington, muchos trabajadores nacidos en el extranjero se han mantenido alejados de los huertos tras recibir informes de redadas de inmigración inminentes. Una operación que normalmente emplea a 150 recolectores se ha reducido a 20, sin importar que no haya habido ninguna señal del ICE en los huertos.
No hemos oído hablar de ninguna redada real”, dijo Jon Folden, gerente de huertos de la cooperativa agrícola Blue Bird en el valle del río Wenatchee, Washington. “Hemos escuchado muchos rumores”.
Jennie Murray, directora general del grupo de defensa National Immigration Forum (Foro Nacional de Inmigración), dijo que algunos padres inmigrantes temen que sus lugares de trabajo sean allanados y que el ICE los detenga cuando sus hijos están en la escuela. Agregó que se preguntan: “¿Me presento (a trabajar) y luego mi hijo de segundo grado se baja del autobús escolar y no tiene padres que lo críen? Tal vez no debería ir a trabajar”.