HOUSTON.- El cometa 3I/Atlas el tercer objeto interestelar que visita nuestro Sistema Solar, causó una nueva sorpresa: cambió de color, ahora es verde y antes era rojo.
Mientras el visitante del espacio profundo se acerca cada vez a su punto más cercano al Sol, más sorpresas regala a quienes lo siguen de cerca, pues a comienzos de septiembre, abrió un nuevo capítulo en la breve historia de los visitantes interestelares.
El objeto, de origen remoto, fue detectado en julio y viaja a más de 210 mil kilómetros por horaa y rápidamente se confirmó que provenía de fuera del sistema solar. Su arribo ya generaba expectación, pero el cambio de color añadió un elemento sorprendente.
Los astrofotógrafos Michael Jäger y Gerald Rhemann lo captaron bajo el cielo de Namibia durante un eclipse lunar.
El resplandor verde apareció de golpe en nuestras imágenes”, señalaron, mientras la comunidad científica buscaba explicaciones.
La hipótesis más difundida atribuye el color al dicarbono en la coma, la nube de gas y polvo que rodea al núcleo. Sin embargo, en este caso la molécula no fue confirmada, lo que alimenta otras teorías.
El astrónomo Avi Loeb planteó que el cianuro podría ser el responsable del tono esmeralda, junto a emisiones de níquel sin hierro. Sus observaciones, reforzadas con datos de telescopios en tierra y en órbita, abrieron un debate.
La composición química de 3I/ATLAS es única: 87 % de dióxido de carbono, 9 % de monóxido de carbono y apenas 4 % de agua. Muy diferente a la de los cometas que solemos ver en nuestro cielo.
Otro aspecto desconcertante es su órbita. El visitante interestelar viaja alineado con el plano eclíptico y pasará cerca de Marte, Júpiter y Venus, algo con una probabilidad de solo el 0,2 %.
Para Loeb, estas anomalías son una invitación a ampliar la mirada científica. “La naturaleza no solo es más imaginativa que nosotros, sino que tampoco le importa si lo descubrimos”, escribió en su blog.
El cometa seguirá acercándose hasta finales de octubre y volverá a ser visible en diciembre, cuando pase a una distancia 700 veces mayor que la de la Luna. Los astrónomos ya preparan nuevas observaciones.